Para mí, en lo
religioso, no ha sido la nueva imagen mediática del Papa en el comedor de los
trabajadores del Vaticano la que más me
ha impactado estos días racional y emocionalmente, porque más que fijarme en lo
insólito y ejemplar del gesto, me he quedado con la simpleza de que el hábito
blanco no acababa de encajar entre tanta camisa polo. Pero eso de la ofuscación
por fijarme en el descuadre de los hombres de Iglesia en la realidad actual es
una rareza mía que me persigue desde años.
La foto que me
tiene maravillado es ésta que he sacado del álbum del Campamento de la JEC y
que ha captado hábil y poéticamente con su cámara de amateur nuestro presidente
regional Álvaro Mota. En ella vemos como un grupo de jóvenes se encamina hacia
un horizonte desconocido, pero hermoso, en medio de una naturaleza desbordante,
con haces de luz y sombras reconfortadotas, y con el refugio de gastadas
paredes de fincas que recuerdan la faena dejada para nuestro disfrute por
generaciones anteriores. No creo que se pueda expresar mejor lo que es el paso
de la adolescencia.
Una adolescencia,
como vemos en el retrato, que necesita y gusta del brazo amistoso y sereno del
adulto sobre su hombro, acompañándola en ese rally endiablado en el que los
mayores hemos convertido su proyecto de vida. Sin recetas, sin estrategias
interesadas, sin soluciones prefabricadas, sólo con el afecto a flor de piel y
la coherencia de pensamiento y vida.
En este caso
el abrazo viene de un sacerdote, Pepe Moreno, cuya vida se dedica totalmente a mostrar
con los hechos a los chavales que el evangelio es vida y está en la vida. Y que,
como él hace, la vida se comparte y se compromete,
se da cuidando los pequeños gestos, gastando
bromas y picando a la gente, haciendo pensar y rezando desde lo que el Padre
nos deja cada jornada y removiendo el lodo
de las inquietudes de los jóvenes para que se conviertan en manantiales en un
mundo en sequedad.
Si el icono de
los primeros cristianos fue el Buen Pastor que carga con la oveja sobre sus
hombros, bien podría valernos hoy como modelo de lo que nuestra gente espera
del sacerdote la de este compañero que camina gozoso y solícito con la humildad
y la certeza de su fe.
Gracias, hay compañeros que me dan vida...siento eso de que el Señor nos envía de dos en dos... contigo esto se ha confirmado plenamente en el acompañamiento a universitarios y jóvenes de la JEC en Extremadura.
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