miércoles, 27 de agosto de 2014

PORQUE LA VIDA YA TE EMPUJA


En estos días se me están juntando las despedidas de algunos de los chavales de nuestros grupos que terminados sus estudios universitarios no les queda otra salida que emigrar en busca de un trabajo que no han podido encontrar en nuestros país y que nosotros no le hemos sabido dar.
En el momento de abrazarlos me embargan tantos sentimientos cruzados. Pero el que domina es el de la tristeza y la amargura. No os podéis imaginar cuánto me cuesta disimular el nudo de la garganta y contener  las lágrimas. Lágrimas no solo de pena sino de rabia, frustración y fracaso. Una inmensa frustración. Habíamos anhelado  que nuestros hijos conocieran una vida mejor que la que nosotros tuvimos y resulta que un huracán de despropósitos nos ha arrastrado por el túnel del tiempo hacia la España de nuestra infancia en los años 60. Una España en la que sus jóvenes solo tienen la opción de desaparecer o amoldarse a condiciones laborales indecentemente abusivas  y requiriendo del subsidio de sus padres.
Es cierto que por estas tierras estamos acostumbrados. La emigración es consustancial a nuestro ser extremeño, aunque por aquello del glamour nos llamemos conquistadores, pero pensábamos haber cambiado las maletas de cartón por un deslumbrante futuro dentro de nuestro país. Nuestros chicos serían profesores, médicos, biólogos en Zamora, Madrid…  Y resulta que todo eso era una ilusión, un escenario de cartón piedra.
Va siendo hora de que más que de generación perdida empecemos a  hablar de generación de irresponsables, la nuestra, la de los mayores: los unos por lanzarse a la fiebre del oro pensando que se vendían duros a peseta, los otros, entre los que me cuento, por mirar para otro lado. Con un sistema político degradado basado en partidos clientelistas que se alimentaban, y todos lo sabemos, de la burbuja inmobiliaria y los pelotazos urbanísticos. El objetivo de la recaudación de impuestos para contar con abundantes presupuestos para colocar a los del partido en empresas públicas municipales y consejos de dirección y cajas de ahorro con sueldos públicos; financiación ilegal de partidos y dinerito para el bolsillo de los más descarados.

Acostumbrados a comulgar con rueda de molino, ya no nos da escalofríos saber que la cifra del desempleo de los jóvenes supera el 54% (sin contar, claro está, con los que ya se han ido, que son multitud y que por cierto se quedan sin la cobertura sanitaria). Mientras la Roja siga metiendo goles y Cristiano nos enseñe sus despampanantes abdominales seguiremos embotados y aceptando con resignación estos males que se nos han echado encima, sin que nadie asuma responsabilidades y nadie pida perdón. Y yo creo que sí, que hemos de pedir perdón a los jóvenes, y no sé la responsabilidad que me toca, pero lo siento, chavales, os hemos fallado.

         Me conforta el ver con la ilusión, el desparpajo y el coraje con que partís. Sé que para muchos de vosotros el vivir en el extranjero no es nuevo ni os intimida.  Y deseo que vosotros y todos los que como vosotros se han ido a la emigración seáis felices y podáis en un futuro cercano regresar a nuestro país para contribuir, con vuestra capacidad, a nuestro futuro. Os necesitamos y os vamos a echar de menos.





lunes, 25 de agosto de 2014

UN OBISPO LIBRE AL LADO DE LOS DÉBILES.



Las crónicas dicen que con monseñor Echarren ha muerto hoy el último obispo de la “escuela de Tarancón”, una etiqueta que, por mucho que se empeñen en embarrarla los de la cruzada permanente, más que un baldón es un timbre de gloria. Según pasa el tiempo, veo que se agranda y se añora la figura de aquellos pastores de la década de los 70  inteligentes, sencillos, cercanos, atentos al sentir de su pueblo en un servicio pastoral comunitario, desde una fe inquebrantable y un amor a la Iglesia, sentida y vivida como Pueblo de Dios. Hombres tan creyentes como lúcidos que comprendieron que la religión, librada de intereses espurios y partidistas, podía y debía ser un poderoso instrumento de reconciliación y encuentro social y político en la transición y en la consolidación de la democracia en España. Y que estaban convencidos que la fe era perfectamente compatible con el ser y el actuar del hombre actual y sus aspiraciones más profundas, por lo que  movieron la vida eclesial, en los pocos años que los dejaron, en  esperanzados y fecundos caminos de novedad, de imaginación y frescura pastoral.
 
Tuve la dicha de que don Ramón me ordenara de diácono allá por el año 1975 en la catedral de Plasencia, siendo él obispo auxiliar de Madrid-Alcalá. Todavía guardo y releo parte de la homilía que nos dedicó a los ordenados aquella mañana, y que si no os hubiera dicho que era suya, seguro que se la hubierais atribuido al papa Francisco. Entresaco, como homenaje cariñoso en este día de su partida al Padre,  algunos de los párrafos que me han servido de GPS a lo largo de estos años.

“No nos hacemos sacerdotes para lograr unos efectos  determinados y una eficacia determinada; ni siquiera para implantar una Iglesia de esta o otra manera. Nos hacemos sacerdotes para compartir y sentir con la gente; compartir la debilidad humana, la angustia humana, el sufrimiento humano; compartir el cansancio y la falta de sentido que tantas veces tiene la vida y que con tanta frecuencia sufren los hombres.

Nos hacemos sacerdotes para dar cohesión eclesial y comunitaria a lo que el Espíritu mueve y promueve en todos y cada uno de los creyentes; para explicitar a la luz de la Buena Nueva todo lo bueno, justo, verdadero… que Dios impulsa en todo hombre de buena voluntad.

El sacerdote ha de ser hombre siempre disponible, el que siempre es capaz de acoger y es capaz de compartir siempre. No se trata, por tanto, de dar consejos, de ofrecer buenas palabras, sino de compartir con todas las consecuencias. Esto es lo que tiene que ser el sacerdote de nuestro tiempo. Un hombre LIBRE, un hombre que se ha liberado interiormente hasta de sí mismo, de sus ideas y de sus gustos, de sus ocupaciones y preocupaciones, para COMPARTIR SIEMPRE Y CONVIVIR SIEMPRE.

Jesús que no predicó teorías ni leyes, sino el Reino de Dios, no fue hombre del “establecimiento sacerdotal”, no puso su esperanza en el propio poder, en la posesión de grandes y eficaces medios; no anunció la Buena Nueva para los situados, para los poderosos, sino una esperanza de salvación y liberación para los pobres, los oprimidos, para los débiles del mundo.

Sed sacerdotes, concluyó,  en referencia siempre a Cristo, integrad  como él lo humano y lo espiritual.”


martes, 5 de agosto de 2014

LA VIDA NO ES UNA MÁQUINA DE CONCEDER DESEOS



Mucho me temo que voy a poner en brete mi reputación,  pero no me queda otra que confesar que acabo de leer y, lo que es peor, que me ha gustado bastante la novela de John Green  “Bajo la misma estrella”, una triste y romántica historia sobre los amores de dos adolescentes con cáncer que arrasa en los cines y las librerías estos días.

Ya empezó bien la cosa cuando hace unas tardes, al llegarle el ejemplar en la cinta transportadora del mostrador, la cajera dejó de ser el robot mecánico de buenos días ¿tiene usted la tarjeta Carrefour?adiós, y me preguntó, mirándome la cara de señor mayor, si había visto la película. Pues sí, la contesté, y precisamente por eso me llevo el libro. Quiero ver si son tan agudas, profundas, duras y divertidas las sorprendentes frases y reflexiones que sobre la adversidad y la enfermedad irreparable, el optimismo y la realidad, me fascinaron en la película. Qué bien, concluyó, pero ten a mano un paquete de pañuelos por si acaso. Y lo hizo con una sonrisa picarona, mientras la caja registradora vomitaba un sin fin de papelillos enristrados. Casi me derrito. Era monísima.

Como os he dicho, se trata de un romance, aunque en el transfondo hay mucho más, entre dos jóvenes que, en circunstancias adversas, se aferran a la vida y a los sueños, aquellos que a veces se cumplen y los que en casos como éste no lo hacen. “La vida, repetirá el libro, no es una máquina de conceder deseos”.  Hazel es una joven de 16 años deprimida, tiene cáncer de pulmón desde los 14 años. Forzada a asistir a una de las terapias de grupo que tanto aborrece conoce a Augustus, otro adolescente que acaba de superar la enfermedad tras haber sacrificado una pierna. Entre diálogos inteligentes y reflexiones inolvidables ambos inician una pequeña historia de amor, de aquel tipo dulce que hace sonreír ante su inocencia, pero amarga por el contexto en el que se desenvuelve.

A mi me ha impactado en especial la forma de hacernos ver, sin estereotipos y ni engañifas, nuestra calamitosa manera de afrontar el trato con estos enfermos y sus familias y sobre todo el reflejar con dureza pero con infinita ternura y humor la situación de estos chicos y el dolor inmenso que les causa el pensar en el daño que van a hacer a los que más quieres y  a los que con la muerte dejarán atrás.

Os invito a mis amigos jóvenes y también a los menos jóvenes  a disfrutar de este libro y también, si podéis y en el mundo del pirata todo es posible, de la película que le es bastante fiel. Seguro, que con que tengáis un poquito de tendencia a la piedad, vais a pensar, reír y llorar con esta versión actualizada y fantástica de  Love story.





sábado, 2 de agosto de 2014

ES UN ESCÁNDALO, ESCÁNDALO.



Cómo estaremos de hartos que no me ha hecho ni cosquillas lo de la mafia Pujol. Un escándalo más que añadir a la interminable y obscena lista de tropelías de nuestra intocable clase dirigente. Aquí nuestros próceres, desde la sala del trono a la bancada de mi ayuntamiento, no nos han privado de nada del panorama de la rapiña a plena luz del día, arropados en la mayor de las impunidades y de las desvergüenzas, consentidas y aplaudidas por unos votantes que más que de ciudadanos responsables ejercemos ante la corrupción como estúpidos aficionados de club, disculpando a los nuestros y clamando contra los contrarios.

En el timón del yate de lujo de nuestra democracia colocamos a un campechano playboy despendolado que a la vejez viruelas y los siento no volverá a ocurrir. No era impredecible que a partir de ahí el personal de a bordo se dedicará a la juerga marinera y el despelote total. Por allí corría una princesita de ojos marrones tras un gangster de músculos robustos y sonrisa profidén. Roldán, no el del cantar sino el calvo, esquivaba en calzoncillos, tras cien años de honradez, a los huerfanitos de la Guardia Civil. Barrionuevo y Vera, emulando a los agentes de la T.I.A., se escondían con sus pistolas de juguete tras las plácidas hamacas, esperando sorprender al señor X, arrobado en contemplar Flick o Flock, Filesas o Rumasas. Un señor bajito, con bigotes y acento californiano aflautado sacudía a popa con cierto disimulo la alfombra de Gescartera para tenerla limpita en la foto de las Azores. Por la aleta de estribor  se escurrían tres formales caballeros del departamento de sobres jugando al que reparte, reparte se queda con la mejor parte, en diferido y en Suiza. Por allá un galán de la Albufera  cambia de traje sin pudor, delante de todo el mundo: que hay que estar guapo, que va a venir el Papa y algo sacaremos de  la televisión. Alguno hace gorgoritos de tenor del Palau en el water del camarote… y mientras los paparazzi y sus  amigos de las teles les sonríen las gracias y les piden esas poses vips que también quedan en Coraçón –Coraçón.

Por lo demás, a la aguerrida y sindical tripulación no le podemos pedir que ponga orden en este crucero de la desfachatez, suficiente  tiene con capear ella las malditas e imprevisibles marejadas de Eres y Alayas.

No es extraño, pues, que a nuestro serenísimo presidente de gobierno, al ser preguntado en la floreada rueda de prensa de ayer sobre esto de la corrupción, le diera el tic del ojo derecho y contestara pues eso, que tarariii, tarariii  y que el guapo de la competencia nos prometa la cándida transparencia, cuando lo que estamos exigiendo, porque “podemos” y estamos hasta los metatarsos, es honradez, integridad, justicia y restitución total del dinero saqueado y chuleado.