Que los extremeños tenemos la fortuna de ser gobernados por el líder más excepcional que los tiempos han contemplado, es algo que ya habíamos interiorizado los que de tanto leer el siempre imparcial y regalado periódico de Plasencia o ver la gentil y ecuánime Tele de la tierra nos hemos ido transmutando en Vigarios devotos.
No es sólo que seamos los agraciados de la fastuosa y providencial acción de gobierno de este guía sin par ni doctrina que no sea Extremadura, es que, además, estamos descubriendo una de las personalidades más fascinante que ha podido dar la postmodernidad para nuestro deleite.
Monago, aquel despiadado capitán de los intrépidos Hombres de Harrelson al rescate de su Suzuki amarilla en el territorio hostil de los Colorines, se nos convirtió, con el paso del tiempo y los honores, en uno de los mejores intérpretes de melodramas en una actuación insuperable sobre la vida relegada del despreciado senador viajero. Todavía me parece una injusticia que ni siquiera fuera nominado para el premio Ceres.

Y ahora, mientras aún perduran los ecos del sonido hermoso, redondeado, bien pagado del clarinete de Woody Allen, nos sacude la pabana con un rap capucheado de Adidas “porque ya está bien de meterse con Extremadura. Por defender a mi tierra de ataques vengan de donde vengan”.
Este hombre van lanzao y no acabo de convencerme de que, siendo esta tierra y esta gente como es, estemos a la altura de las expectativas del personaje.