Conscientemente
no quise ver el glorioso acto de exaltación regional “nuestras voces se
alzan, nuestros cielos se llenan de banderas”, a gloria de nuestros
ilustres prohombres, que año tras año nos eventan en el “marco incomparable” de ese multiuso de
colorines en que se ha convertido el Teatro Romano de Mérida. Me da una pereza
insuperable el aguantar tanto pavoneo obsceno al brillo de miles de voltios,
mientras los que pagamos esa barra libre tenemos que andar apagando luces por
los pasillos y cuando no encendiendo velas.
No quería
verlo, pero no me he dejado de enterar, pues el muro de las curiosidades que es
el facebook se me llenó de vídeos, loas y vivas
a la intervención del díscolo y
corrosivo Robe Iniesta. Tales eran las alabanzas que me acomplejé y pensé, toma
a ver si me he perdido la rajada del siglo. Así que me dije “agila”,“so payaso”,
y mira de qué va esto. Para empezar la cosa prometía: el nuevo excelentísimo,
para no defraudar a sus altos valedores encorbatados, vestía un impecable uniforme rock: pantalones
vaqueros, camiseta de baratillo y pelo enrevesado.
Esperé, con
oculta maldad, que les soltará a aquella entregada multitud de chicos bien lo “dejadme de hablar, no me hace reír, la gente normal se podía
morir, lalalalalalalala!!!.
Pero no, no había ni una pizca de “arrebato”, ni tampoco de postureo, soltó su perorata con
la lentitud, sencillez, veracidad y
originalidad con la que se despacha en la “vereda de la puerta de atrás”. Y como
usuario del lado oscuro, que no deja de
ser un caso perdido aunque le condecore
el imperio, también siguió el guión y denunció y revindicó. No era cuestión de
hacer versos a la luna. Exigió más locales para que nuestras futuras
generaciones desarrollen su espíritu creativo y no tengan que emigrar. Lo del
Palacio de Congreso de Plasencia me pareció, con perdón para sus idolátricos
fans, un ejemplo cándido. Eso de dejar nuestro preciado barquito en manos de las
tribus altamirenses que pululan por las naves de la iglesia de San
Juan, me pone los pelos culturales de punta.
Pues
sí, confieso, me valió la pena el youtubear. Gracias por la recomendación, amigos, porque
ahora, visto lo visto, sí que podré
presumir de tener el presi más enrollado
y rockero del fantástico mundo de las autonomías. Ese que acompaña a Robe, medalla
de Extremadura, cuando canta:
Hay que dejar el
camino social alquitranado
porque en él se nos quedan pegadas las pezuñas
hay que volar libre al sol y al viento repartiendo el amor que tengas dentro.
porque en él se nos quedan pegadas las pezuñas
hay que volar libre al sol y al viento repartiendo el amor que tengas dentro.
Entiéndase
amor como 300 euros al año a nuestras abuelitas.
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