martes, 9 de septiembre de 2014

MIRA POR DÓNDE VA EL ROBE.



Conscientemente no quise ver el glorioso acto de exaltación regional “nuestras voces se alzan, nuestros cielos se llenan de banderas”, a gloria de nuestros ilustres prohombres, que año tras año nos eventan en el  “marco incomparable” de ese multiuso de colorines en que se ha convertido el Teatro Romano de Mérida. Me da una pereza insuperable el aguantar tanto pavoneo obsceno al brillo de miles de voltios, mientras los que pagamos esa barra libre tenemos que andar apagando luces por los pasillos y cuando no encendiendo velas.

No quería verlo, pero no me he dejado de enterar, pues el muro de las curiosidades que es el facebook se me llenó de vídeos, loas y vivas  a la intervención del  díscolo y corrosivo Robe Iniesta. Tales eran las alabanzas que me acomplejé y pensé, toma a ver si me he perdido la rajada del siglo. Así que me dije “agila”,“so payaso”, y mira de qué va esto. Para empezar la cosa prometía: el nuevo excelentísimo, para no defraudar a sus altos valedores encorbatados, vestía un impecable uniforme rock: pantalones vaqueros, camiseta de baratillo y pelo enrevesado.

Esperé, con oculta maldad, que les soltará a aquella entregada multitud de chicos bien lo “dejadme de hablar, no me hace reír, la gente normal se podía morir, lalalalalalalala!!!.

Pero no, no había ni una pizca de “arrebato”,  ni tampoco de postureo, soltó su perorata con la lentitud,  sencillez, veracidad y originalidad con la que se despacha en la “vereda de la puerta de atrás”. Y como usuario del lado oscuro, que  no deja de ser  un caso perdido aunque le condecore el imperio, también siguió el guión y denunció y revindicó. No era cuestión de hacer versos a la luna. Exigió más locales para que nuestras futuras generaciones desarrollen su espíritu creativo y no tengan que emigrar. Lo del Palacio de Congreso de Plasencia me pareció, con perdón para sus idolátricos fans, un ejemplo cándido. Eso de dejar nuestro preciado barquito en manos de las tribus altamirenses que pululan por las naves de la iglesia de San Juan, me pone los pelos culturales de punta.

            Pues sí, confieso, me valió la pena el youtubear. Gracias por la recomendación, amigos, porque ahora, visto lo visto,  sí que podré presumir de tener  el presi más enrollado y rockero del fantástico mundo de las autonomías. Ese que acompaña a Robe, medalla de Extremadura,  cuando canta:

Hay que dejar el camino social alquitranado 
porque en él se nos quedan pegadas las pezuñas 
hay que volar libre al sol y al viento  repartiendo el amor que tengas dentro. 

            Entiéndase amor como 300 euros al año a nuestras abuelitas.
           







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