Vaya por Dios otra ocurrencia de
la directora general de tráfico, la señora Seguí (genial apellido para la jefa
de los polis de las multas). Después de lo del millón de cartas, que ya es gana
de tirar dinero, invitando a dar de baja los coches viejos y animarse a comprar
uno nuevo. No acabo de ver yo que, en medio de esta abundancia en la que
nadamos, el personal va a salir corriendo a los concesionarios. Desde luego mi
padre que murió hace veinte años y que ha sido uno de los afortunados
destinatarios, no va a poder dar satisfacción ni respuesta a tan entusiasta
misiva y yo no tengo ninguna apetencia de andar buscando el 127 que destartalado
abandonó esta casa allá por los 80.
Pues ahora, la inquieta señora, nos
sale con que para renovar el carnet se esta estudiando el someter a un examen
teórico a los conductores veteranos, causantes de la mayoría de los accidentes en
nuestras carreteras. A lo visto se puede transigir con que los centros de
reconocimiento médico, en medio del follón de revisar animales peligrosos y
licencias de caza, cuelen a tanto mortadelo
cegato por las cuatro perras del psicotécnico, pero lo que no se va a consentir
es que gente tan decrépita y desinformada campee a sus anchas por las vías públicas,
como si esto fuera la pista de los carros chocones. A ver ¿Quién de estos tíos
que llevan conduciendo treinta o cuarenta años, sin perder un punto, sabe
reducir las emisiones contaminantes o manejar la conducción eficiente? ¿Y de
las nuevas tecnología en la conducción vial?
Y así que una más para la
generación del baby-boom. No ha sido suficiente en convertirnos en “Petra
criada para todo” de los nietos, en ONG de auxilio familiar para los
damnificados de la exitosa reforma laboral, en chufla de los aumentos de las
pensiones y de copago de santa Rita rita, que ahora nos quieren hacer magra
carne de cañón de las acogedoras autoescuelas. Y digo yo ¡que ya está bien
de encima poner la cama!
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