No sé vosotros, pero yo, desde que el ministro Soria tomó en sus firmes manos el asunto del tarifazo, pues que ando con unos escrúpulos subidos. Y más después de haberme enterado que en eso de la subasta del "manipulo porque me toca" andaban metidos, además de nuestras benéficas empresas energéticas, ¡sorpresa, sorpresa!, ellos los más bellos: los grandes bancos y otras lindos financieros, o sea aquellos arrojados voluntarios que se ofrecieron como víctimas propiciatorias para sufrir en sus carnes y en nuestras comisiones el denostado rescate y librarnos a los españolitos del bochorno de manchar la marca España.

Y ahora qué ¿con qué conciencia nos quedamos? Sólo se me ocurre que les supliquemos que, por lo que más quieran, sean un poco comprensivos y nos dejen añadir, al menos, un 6% en esa factura con la que tanto bien están haciendo a los carboneros, a los de las placas y molinillos y, por supuesto, a los pobres millonarios damnificados por el ecologismo antinuclear. Y, puesto a pedir, que también nos completen un apartado más para subvencionar la energía de esa lucecita del final del túnel que tan embelesado tiene al señor Montoro.
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